domingo, 14 de setembro de 2008

Hymni

Deus creator omnium,
Polique rector, vestiens
Diem decoro lumine,
Noctem soporis gratia.

Artus solutos ut quies
Reddat laboris usui,
Mentesque fessas allevet,
Luctusque solvat anxios.

Grates peracto jam die,
Et noctis exortu preces,
Votis, reos ut adjuves,
Hymnum canentes solvimus.

Te cordis ima concinant,
Te vox canora concrepet,
Te diligat castus amor,
Te mens adoret sobria.

Ut cum profunda clauserit
Diem caligo noctium,
Fides tenebras nesciat,
Et nox fide reluceat.

Dormire mentem ne sinas,
Dormire culpa noverit,
Custos fides refrigerans,
Somni vaporem temperet.

Exuta sensu lubrico,
Te cordis alta somnient;
Nec hostis invidi dolo
Pavor quietos suscitet.

Christum rogemus et Patrem,
Christi Patrisque Spiritum,
Unum potens per omnia
Fove precantes Trinitas. Amen.




God that all things didst create
and the heavens doth regulate,
Who doth clothe the day with light,
and with gracious sleep the night....

Day sinks; we thank Thee for thy gift,
night comes; to Thee again we lift
our prayers and vows and hymns, that we
against all ills defended be....

That so, when shadows round us creep
and all is hid in darkness deep,
faith may not feel the gloom; and night
borrow from faith's clear gleam new light....

From snares of sense, Lord, keep us free
and let our hearts dream but of thee.
Let not the envious foe draw near
to vex our quiet rest with fear.

Hail we the Father and the Son
and Son's and Father's Spirit, one
blest Trinity who all obey;
guard Thou the souls that to Thee pray. Amen.


***


Veni, redemptor gentium,
ostende partum Virginis;
miretur omne saeculum:
talis decet partus Deum.

Non ex virili semine,
sed mystico spiramine
Verbum Dei factum est caro
fructusque ventris floruit.

Alvus tumescit Virginis,
claustrum pudoris permanet,
vexilla virtutum micant,
versatur in templo Deus.

Procedat e thalamo suo,
pudoris aula regia,
geminae gigas substantiae
alacris ut currat viam.

Aequalis aeterno Patri,
carnis tropaeo cingere,
infirma nostri corporis
virtute firmans perpeti.

Praesepe iam fulget tuum
lumenque nox spirat novum,
quod nulla nox interpolet
fideque iugi luceat.

Sit, Christe, rex piissime,
tibi Patrique gloria
cum Spiritu Paraclito,
in sempiterna saecula. Amen.



O COME, Redeemer of the earth,
and manifest thy virgin-birth.
Let every age in wonder fall:
such birth befits the God of all.

Begotten of no human will
but of the Spirit, Thou art still
the Word of God in flesh arrayed,
the promised fruit to man displayed.

The Virgin's womb that burden gained,
its virgin honor still unstained.
The banners there of virtue glow;
God in his temple dwells below.

Proceeding from His chamber free
that royal home of purity
a giant in twofold substance one,
rejoicing now His course to run.

O equal to the Father, Thou!
gird on Thy fleshly mantle now;
the weakness of our mortal state
with deathless might invigorate.

Thy cradle here shall glitter bright,
and darkness breathe a newer light
where endless faith shall shine serene
and twilight never intervene.

All praise, eternal Son, to Thee,
whose advent sets Thy people free,
whom, with the Father, we adore,
and Holy Ghost, for evermore. Amen.

quarta-feira, 9 de julho de 2008

Santo Agostinho

De Ferrater Mora


AGUSTÍN (SAN) (354-430) nació en Tagaste (provincia romana de Numidia), de padre pagano y madre cristiana (Santa Mónica). Formado en el cristianismo, pasó sin embargo largo tiempo despegado de la creencia cristiana antes de su conversión en 386. En 365 se trasladó a Madaura, en la citada provincia, donde estudió gramática y los clásicos latinos. Tras un año de residencia en Tagaste (369-70) se dirigió a Cartago, donde estudió retórica y comenzó a interesarse en problemas filosóficos y religiosos, especialmente tras la lectura del perdido diálogo Hortensius, de Cicerón. Lo atrajo ante todo el maniqueísmo, en el cual vio una solución mal problema de la existencia del mal y una explicación de las pasiones. En 374 regresó a Tagaste y poco después de nuevo a Cartago, donde abrió una escuela de retórica. En 383 partió hacia Roma, donde asimismo abrió otra escuela de la misma disciplina. Ya antes de su partida para Roma manifestó dudas acerca del dualismo maniqueo, las cuales se intensificaron en su nueva residencia. En 384 se trasladó a Milán para enseñar retórica. En Roma y Milán trabó conocimiento con las doctrinas escépticas de la Academia platónica. Fue en Milán donde manifestó sus primeras fuertes inclinaciones a las creencias cristianas, en parte por la influencia de los sermones de San Ambrosio. La lectura de varios textos plotinianos en la versión latina de Mario Cayo Victorino, "el Africano", trastornó grandemente sus convicciones precristianas. El neoplatonismo lo condujo más firmemente al cristianismo. Las lecturas de los Evangelios y de San Pablo lo confirmaron en su nueva creencia, que se tradujo en la conversión citada (Conf., VIII), recibiendo el bautismo en 387. En esta época comenzó ya su intensa actividad de escritor, produciendo, entre otras obras, los libros Contra académicos, los Soliloquia y el De immortalitate animae (indicaremos aquí sólo algunas obras; una lista más completa de ellas, con fechas de composición, en bibliografía). Agustín residió en breve período en Roma (De libero arbitrio), y en 388 se trasladó a Cartago, donde residió hasta 390 como miembro de una comunidad monástica (De vera religione). En 391 fue ordenado sacerdote en Hipona y escribió una serie de obras contra los maniqueos, una contra los donatistas, y comentarios al Génesis, a dos Epístolas de San Pablo y varios otros escritos. En 395 fue consagrado obispo auxiliar de Hipona, y en 396, a la muerte del obispo Valerio, obispo de dicha ciudad. Continuó su polémica contra los donatistas, pero escribió asimismo obras de interés general teológico (como De doctrina christiana) y parte de las Confesiones. En 400 comenzó a redactar los libros De Trinitate, y en 401 extensos comentarios al Génesis (distintos del comentario —incompleto antes mencionado). A partir de 411 sostuvo polémicas contra los pelagianos, y entre 412 y 426 completó varias de sus más importantes obras (incluyendo De libero arbitrio y De civitate Dei). Hasta su muerte siguió desarrollando una intensa actividad literaria; el fallecimiento tuvo lugar durante el sitio de Hipona por los vándalos.

Los sucintos datos antes presentados se proponen mostrar que las principales ideas filosóficas (y teológicas) de San Agustín fueron engendradas en el curso de una vida apasionada y activa. La mayor parte de dichas ideas surgieron al hilo de las polémicas teológicas y con vistas al establecimiento y esclarecimiento de los credibilia — o "cosas que han de ser objeto de fe". Propiamente hablando, sin embargo, no hay "una filosofía" de San Agustín separable de su teología, y hasta de sus experiencias personales. Debe tenerse en cuenta que en San Agustín la reflexión filosófica procede según el Credo, ut intelligam en el sentido formulado, dentro justamente de la tradición agustiniana, por San Anselmo. San Agustín no cree porque sí, y menos porque el objeto de la creencia sea absurdo. Tampoco comprende por comprender, sino que cree para comprender — y, podría añadirse, comprende para creer. Por razones obvias, destacaremos aquí brevemente sólo los elementos filosóficos del pensamiento de San Agustín. Prescindiremos de la llamada "evolución intelectual de San Agustín", ciertamente importante, pero imposible de traer a cuenta en tan breve espacio, y forzaremos muy a nuestro pesar el carácter "sistemático" de los pensamientos filosóficos agustinianos.

Desde sus primeras inquisiciones filosóficas San Agustín buscó no (o no sólo) una verdad que satisficiera a su mente, sino una que colmara su corazón. Solamente así puede conseguir la felicidad. Puede decirse que San Agustín fue un eudemonista. Mas este eudemonismo no consiste en alcanzar ninguna clase de bienes temporales o en satisfacer las pasiones. No consiste ni siquiera en un placer o contento estable, moderado y razonable, al modo de los epicúreos. Todas esas son felicidades efémeras, incapaces de apaciguar al hombre. La verdadera felicidad se encuentra únicamente en la posesión de la verdad completa — verdad que debe trascender todas las verdades particulares, pues de lo contrario no sería, propiamente hablando, una verdad. La Verdad perseguida por San Agustín es la medida (absoluta) de todas las verdades posibles. Esta Suprema Medida es, y sólo puede ser, Dios. La busca agustiniana de la Verdad no es, así, sólo contemplativa, sino también eminentemente "activa"; no implica sólo conocimiento, sino, como veremos luego, fe y amor. La verdad debe conocerse no simplemente ,para saber lo que es "Lo que Es"; debe conocerse para conseguir el reposo completo y la completa tranquilidad que el alma necesita. La posesión de la Verdad, antes que ser objeto de ciencia, lo es de sapiencia o sabiduría. Y la busca de la verdad no es un método, sino un "camino espiritual" — un peregrinaje, un "itinerario". Dentro de este itinerario se desarrolla lo que podría llamarse la "teoría del conocimiento" de San Agustín — siempre que no tomemos la citada expresión como designando simplemente una particular disciplina filosófica. Dicha teoría del conocimiento se halla orientada en la noción de certidumbre. Como ésta tiene que ser absoluta, no basta apoyarse en los sentidos. San Agustín se manifiesta en este y otros respectos un platónico. Mas, a diferencia de Platón (cuando menos del Platón dualista ofrecido por la imagen tradicional), San Agustín no establece ninguna distinción tajante entre experiencia sensible y saber; hay que ascender de la primera al segundo, para luego justificar por el segundo la primera. Al examinar los objetos sensibles, descubrimos que éstos poseen propiedades comunes a varios: son los llamados "sensibles comunes", en cuya percepción hay ya conocimiento. Como estos "sensibles comunes" no son directamente accesibles a los órganos de los sentidos, San Agustín supone que hay un órgano de percepción de ellos que no es exterior, sino interior — una es- pecie de "sentido íntimo" o "sentido de los sentidos" que unifica las percepciones exteriores. Los "sensibles comunes" no son, empero, todavía un conocimiento pleno. Al sentido interno unificador se sobrepone un órgano que puede llamarse "razón" o "intelección". La importancia del sentido íntimo no consiste solamente en su función unificadora. Por medio de él se puede mostrar que es posible la certidumbre y, por lo tanto, que debe rechazarse el escepticismo. San Agustín tenía muy presentes los argumentos contra la posibilidad de una certidumbre completa formulados por los mescépticos y en particular por los "académicos" . De haberse aceptado tales argumentos no se habría podido obtener la certidumbre, y la felicidad del alma que proporciona. De ahí que San Agustín se esfuerce por probar que, dentro de la propia actitud escéptica, existe la posibilidad de superarla. En efecto, si fallor, sum, esto es, el que todos los enunciados que formulo
puedan ser falsos, no quita que sea cierto el que los formule. La falibilidad es prueba de que se es falible. Pero San Agustín no se detiene aquí. La certidumbre del propio errar y del propio vivir son insuficientes. Es menester alcanzar una certidumbre de algo que no sea mudable, de la plena verdad. Y verdad significa para San Agustín, como lo significó para Platón, lo que no muda ni se altera. Sólo el alma racional puede alcanzar la posesión de verdades eternas referidas a objetos eternos, es decir, verdaderamente existentes. Dichas verdades constituyen un "tesoro interior"; se hallan en el alma. Pero no como meros entes de razón u objetos de la imaginación, ya que de lo contrario sería ilusión y engaño. La "teoría del conocimiento" de San Agustín representa, con ello, la mezcla de dos ingredientes aparentemente en conflicto: por un lado, la afirmación de la realidad del alma como sed de las verdades; por el otro, la afirmación de la realidad de la Verdad suprema como foco y origen de estas verdades. Esos dos ingredientes corresponden, en gran parte, a los dos principales elementos con los cuales San Agustín ha elaborado su pensamiento filosófico: el cristianismo y la filosofía griega o, más exactamente, el neoplatonismo. Se ha dicho a veces que San Agustín fue el primero en integrar plenamente ambos elementos. Ello es cierto si no lo interpretamos simplemente como un proceso histórico, mas también filosófico. La integración de estos elementos es consecuencia de una visión del alma como algo a la vez íntimo y racional, es decir, como experiencia y razón. La doctrina agustiniana de la "iluminación (VÉASE) divina" como "iluminación minterior" es la formulación de esta integración de dos verdades: la que viene del alma, y la que le llega al alma desde Dios. Es posible hablar de una "fenomenología del conocimiento" en San Agustín, de un proceso que va de la sensación a la razón. Pero no se trata ni de una descripción pura ni de una dialéctica del conocimiento, sino del ya mencionado "itinerario espiritual". Como conclusión de tal "fenomenología" tenemos las dos proposiciones siguientes:
  1. En el interior del hombre habita la verdad (De vera religione, 72);
  2. La verdad es independiente del alma y trasciende a ésta (De lib. arb., II 14).
Estas proposiciones entran en conflicto sólo cuando no se tiene presente que el alma se trasciende a sí misma en la Verdad, esto es, en la Vida primera, en la Sabiduría primera y en la Realidad eterna e inmutable de Dios. En uno de los pasajes de San Agustín más frecuentemente citados se lee que solamente le interesan dos cosas: el alma y Dios (Sol., I 2). La integración de referencia o, como ha escrito Gilson, el haber repensado en cristiano el itinerario plotoniano del alma hacia Dios, es asimismo consecuencia de ese interés. La Verdad, sin embargo, no podría alcanzarse sin la fe, en tanto que fe iluminada. A diferencia de los "empiristas", San Agustín piensa que no puede conocerse sin la razón. Pero a diferencia de los "racionalistas", está convencido de que no puede conocerse sin la fe. Ésta no es una fe ciega, sino iluminada e iluminadora; la misma de la cual se ha dicho que no se comprendería si no se creyera. La fe a que se refiere San Agustín no tiene nada de irracional o de "absurdo". No es tampoco fe en algo particular: en los sentidos, en la razón, en una autoridad temporal y efémera. La fe es iluminadora porque es fe en Dios y en Jesucristo; por lo tanto, en algo que trasciende toda inteligencia y que hace posible, a la vez, la inteligencia. Aquí nos hallamos, empero, con algo muy distinto a una "solución" dada al "problema" de "la relación entre fe y razón". De hecho, no se trata de un "problema" en el que se procure acordar dos cosas en principio distintas. La fe agustiniana no es una cuestión filosófica, sino aquello dentro de lo cual se hacen inteligibles las cuestiones filosóficas. Por lo demás, la fe está ligada no sólo a la razón, sino también, y sobre todo, a la caridad. La fe hace posible el entendimiento; no se entra en la verdad sino por la caridad. La razón dejada a su propio albedrío es ciega; la luz que tiene, la recibe de la fe. Por eso no se puede probar la fe; sólo se puede probar en la fe. La fe es una creencia amante, descubridora de valores, una creencia de la cual brota, como una luz, la inteligencia.

Consideraciones similares podrían hacerse respecto al "problema de Dios". La existencia de Dios no viene probada por un razonamiento, pero tampoco es asunto de fe ciega. Dios aparece "demostrado" en la misma estructura del alma poseedora de fe amante. Pero Dios no es una idea puramente inmanente en el alma. El alma aprehende a Dios como verdad necesaria e inmutable, mas dicha aprehensión sería imposible sin Su existencia. Cierto que este Dios no es cualquier Dios o cualquier divinidad o cualquier principio filosófico. Es el Dios cristiano revelado — Dios a la vez personal, eterno e incorruptible. Sobre todo, incorruptible, que es como San Agustín lo buscó —"ideo te, quidquid esses, esse incorruptibilem confitebar" (Conf., VII 4)—, pues de lo contrario no sería Verdad suprema, sino cosa en último término transitoria, por muy duradera que fuese. Este Dios infinitamente perfecto posee en sí mismo las rationes de las cosas creadas, al modo de "ideas divinas", arquetipos según los cuales las cosas creadas han sido formadas. Eso es lo que se ha llamado el "ejemplarismo" agustiniano, de raíz neoplatónica, y de tan grande influencia en la filosofía de la Edad Media, pero hay notorias diferencias entre el ejemplarismo neoplatónico y el cristiano a causa del rechazo por este último de la noción de emanación y su admisión de la de creación. Aunque San Agustín prestó menos atención al problema de la estructura del mundo que a los del conocimiento, la felicidad, el alma y Dios, se hallan en sus obras numerosas referencias al modo de creación del cosmos y a la estructura de éste. Importante al respecto es su insistencia en que no hay nada independiente de Dios, ni siquiera una supuesta materia sin forma, pues Dios creó todo de la nada. También es importante, aunque menos influyente, su doctrina, a la vez neoplatónica y estoica, de las rationes seminales, "razones seminales" o gérmenes de las cosas a venir.

Gran atención prestó San Agustín a las cuestiones relativas al mal y a la libertad, ambas, por lo demás, íntimamente relacionadas entre sí, así como al problema del proceso histórico del hombre en cuanto proceso teológico. Habiéndonos extendido en los artículos ya citados al principio sobre estas cuestiones, nos limitaremos a tocar algunos puntos esenciales. San Agustín no puede admitir que Dios sea el autor del mal. Por otro lado, no puede admitir que haya ningún poder capaz de socavar el poder de Dios. Su lucha contra los maniqueos, después de haber luchado contra el maniqueísmo en su alma, lo lleva, además, a excluir por completo toda realidad que no dependa de Dios. Pero como hay el mal, debe explicarse de modo que ni tenga origen divino ni tampoco origen en algún poder capaz de oponer su propia realidad a la de Dios. Simplificando, diremos que San Agustín considera que el mal se origina en el apartamiento de Dios, que es a la vez el apartamiento del ser y de la realidad. El mal no es una substancia, sino una privación o, si se quiere, un movimiento — el movimiento hacia el no ser. Por gozar de libre albedrío, la voluntad humana puede elegir el mal, esto es, pecar. Con ello hace un mal uso del libre albedrío. Por el pecado original, además, el hombre se ha colocado en tal situación, que con el fin de salvarse necesita la gracia. La salvación del hombre no es, pues, cosa que se halle enteramente en manos del hombre. Pero al mismo tiempo no puede decirse que el hombre se halle salvado o condenado, haga lo que haga. El hombre es libre, pero es libre de hacer libremente lo que Dios sabe que hará libremente. De este modo pueden acordarse varias cosas que parecían incompatibles: el absoluto ser y poder de Dios, y la existencia del mal; este absoluto ser y poder y el libre albedrío humano; la gracia y la predestinación. Ni que decir tiene que estas cuestiones, extremadamente difíciles, han sido abundantemente discutidas, y que puede hallarse en textos de San Agustín materia para diversas opiniones, como lo prueban los debates teológicos y filosóficos de los siglo XVI y XVII. Sin embargo, en ninguna ocasión cede San Agustín en la importancia concedida al ser, poder y amor infinitos de Dios y a la vez en la afirmación de la posesión por el hombre, de libre albedrío. Lo que sucede es que este libre albedrío es impotente para elegir el bien sin el auxilio de la gracia, de modo que, en último término, todo bien viene de Dios.

Las anteriores nociones —libre albedrío, mal, pecado, salvación, condenación— y otras relacionadas con ellas —redención, justicia, etc.— constituyen los elementos principales con los cuales San Agustín ha desarrollado su filosofía de la historia, que es a la vez una teología de la historia y una teodicea. La historia no es para San Agustín la descripción de ciertos acontecimientos políticos, sino el modo como todos los acontecimientos políticos —las "historias de los Imperios"—se organizan en torno al proceso teológico. La idea de la Ciudad de Dios es aquí fundamental; el significado de esta expresión, las principales interpretaciones que se han dado a ella y al modo como fue usada por San Agustín se han discutido en el artículo correspondiente.

El primer escrito de San Agustín, De pulchro et apto, redactado durante su período maniqueo, se ha perdido. El plan de redacción de una enciclopedia sobre todas las Artes liberales quedó sin ejecutar; los Principia que se ha afirmado pertenecen a tal obra de conjunto, no pueden ser atribuidos a San Agustín; o, en todo caso, su paternidad es aún discutida. La parte de la enciclopedia sobre la música, sin embargo, fue terminada por San Agustín en Tagaste, poco después de 388. A continuación damos una lista de obras de San Agustín, que constituye una selección de las mencionadas, con fecha o fechas de composición, por M. F. Sciacca en el folleto bibliográfico citado infra, a su vez extraída de S. Zarb, "Chronologia operum S. Augustinii", Angelicum, X (1933), XI (1934), ed. aparte, 1934:

Contra Académicos, 386. — De beata vita, 386. — De ordine, 386. — Soliloquia, 386/7. — De inmortalitate animae, 387. — De animae quantitate, 387/8. — De moribus Ecclesiae Catholica et de moribus Manichaeorum, 387/9. — De Genesi contra Manichaeos, 388/9. — De libero arbitrio, 388/95. — De vera religione, 391. — De utilitate credendi, 392. — De duabus animabus, 392/3. — De Genesi ad litteram imperfectus liber, 393/426. — De mendacio, ca. 395. — Quaestiones Evangeliorum, 393/9. — Con tra partem Donati, 396. — De doctri na christiana, 396/7. — Contra Faustum Manichaem, 397/8. — Confessiones, 397/401. — Contra Felicem Manichaeum, 398. — De Trinitate, 399/401. — De fide rerum quae non videntur, ca. 399. — De sancta virginitate, 401. — De Genesi ad litte ram, 401/14. — Contra Donatistam nescio quem, 406/8. — De peccatorum meritis et remissione, 411. — De spiritu et littera, 412. — De fide et operibus, 413. — De videndo Deo, 413. — Commonitorium ad Fortunatianum, 413. — De natura et gratia, 413/5. — De civitate Dei, 413/26. — Tractatus CXXIV in Ioannem, 416/7. — De correctione Donatistarum, 417. — De gratia Christi et de peccato originali, 418. — Enarrationes XXXII in Psalmum CXVIII, 418. Contra sermonem Arianorum, 419. — Quaestiones in Heptateuchum, 420. De anima et eius origine, 420/1. — Contra mendacium, 422. — Contra duas epistolas Pelagianorum, 422/3. — Contra lulianum, 423. — Enchiridion ad Laurentium, 423/4. — De cura pro mortis gerenda, 424/5. — De gratia et libero arbitrio, 426. — Retractationes, 426/7. — Contra Maximinum, m428. — De praedestinatione mSanctorum, 429. — De dono perseverantiae, 429. — Tractatus madversus Iudaeos, 429/30. — Contra secundum Iuliani responsionem opus imperfectum, 429/30.

São João Damasceno

De Ferrater Mora


San Juan de Damasco (ca. 674/675- 749) nac. en Siria, fue educado en la Corte del Califa, de Damasco, recibió las enseñanzas de un monje siciliano y entró (ca. 726) en un monasterio. Defensor de la ortodoxia contra varias herejías —entre ellas el monotelismo—, influyó considerablemente en el pensamiento medieval, especialmente por la sistematización teológica y filosófica contenida en su obra Πηγή γνώσεως, La fuente del conocimiento. Se trata fundamentalmente de una obra apologética en la cual la filosofía está claramente subordinada a la teología, pero con uso frecuente de conceptos lógicos y metafísicos aristotélicos, procedentes de Porfirio y Ammonio. Estos conceptos están desarrollados en la parte primera de dicha obra, que es una introducción filosófica, κεφάλαια φιλοσοφικά. La parte más influyente fue, sin embargo, la última, conocida bajo el nombre de De fide orthodoxa. Fue traducida al latín en 1151 por Burgundio de Pisa, constituyó el modelo de las Sentencias de Pedro Lombardo y fue citada con frecuencia, entre otros autores, por Santo Tomás de Aquino. Muchas de las definiciones usadas por autores escolásticos de los siglos XII y XIII, especialmente las referencias a la naturaleza de Dios, proceden de San Juan Damasceno, quien, por otro lado, se valió con frecuencia de los análisis de conceptos que, a la luz de los Padres griegos, había efectuado ya Leoncio de Bizancio. Como Leoncio, en efecto, San Juan Damasceno desarrolló largamente nociones que, aunque principalmente aplicables a cuestiones teológicas, tenían asimismo gran alcance filosófico: ser, substancia y accidente, naturaleza e hipóstasis, esencia y existencia, persona, individuo, etc. En ello mostró San Juan Damasceno ser no solamente, como declara Grahmann, un "genio compilador", sino también un Analista sutil.

Dionísio Areopagita

De Ferrater Mora

DIONISIO, el Areopagita, es el nombre dado al autor de una serie de escritos (a los cuales nos referimos en la bibliografía) que ejercieron gran influencia sobre el pensamiento medieval. Se creyó durante mucho tiempo que el autor de tales escritos fue discípulo de San Pablo. Base de esta creencia fueron las manifestaciones del autor y el haberse identificado con el miembro del Areópago convertido al cristianismo después de la predicación del Apóstol (Hechos, XVII 34). Hoy día se considera que las obras de referencia fueron redactadas a fines del siglo IV o comienzos del V bajo la influencia neoplatónica y especialmente a base de fragmentos de Proclo. Por tal motivo suele llamarse a su autor el Pseudo-Dionisio — y a veces Dionisio el místico. Es frecuente asimismo referirse a sus doctrinas con los nombres del Corpus areopagiticum o Corpus dionysianum. Siguiendo el uso más generalmente aceptado hoy, nosotros usaremos con frecuencia el nombre de Pseudo-Dionisio, aun cuando a veces, en referencias de otros artículos, hablaremos asimismo de Dionisio el Areopagita.

El problema central en el pensamiento del Pseudo-Dionisio es el de la naturaleza de Dios, y el de las posibilidades —e imposibilidades— de nombrarlo adecuadamente. "Es una regla universal —escribe al comienzo de su tratado sobre los nombres divinos— que conviene evitar aplicar temerariamente ninguna palabra, y hasta ningún pensamiento, a la Divinidad sobreesencial y secreta, con excepción de lo que nos ha sido revelado divinamente en las Sagradas Escrituras." Por lo tanto, todo conocimiento de Dios viene del propio Dios. Lo que se puede decir de Él de acuerdo con los nombres que aparecen en las Escrituras constituye el tema de la teología afirmativa. Superior a ella, sin embargo, es la teología negativa, en la cual se niega cuanto se había afirmado. Pero como esta teología negativa no hace sino reconocer la imposibilidad de aquella posibilidad, es necesario completarla con una teología superlativa, la cual consiste en admitir los nombres de Dios, pero en declarar que no podemos concebirlos. Esto sucede, según el Pseudo-Dionisio, no solamente con aquellos nombres con los cuales se pretende describir metafóricamente la Divinidad, sino también con aquellos que apuntan a una descripción metafísica. Dios es, en efecto, de tal modo superior y trascendente, que aunque hablemos de Él como el Bien, como el Ser y como lo Uno, deberemos entenderlo en un sentido que trasciende todas las significaciones, aun las más depuradas, de estos términos. En rigor, podemos decir —aunque no propiamente entender— que Dios es el Supra-Ser y lo Supra- Uno. Ahora bien, la teología superlativa no es una "solución" metafísica.
Al final del citado tratado, el Pseudo-Dionisio señala que seguimos siempre "más acá" de lo que significan los nombres divinos, y que "los propios ángeles" deben confesar a este respecto su insuficiencia. La conclusión parece ser, pues, una teologia que alcanza el supremo "saber" por medio de la suprema ignorancia. Así, todo lo que el Pseudo-Dionisio dice de Dios y de su creación debe entenderse a la luz de las citadas restricciones. De acuerdo con ellas podemos decir que Dios es la Luz que ilumina todos los seres, los cuales son solamente en la medida en que están bañados por esa Luz que se desparrama por todos los entes. Al desparramarse, sin embargo, esa Luz no se pierde, divide o sume en la oscuridad. Todos los seres iluminados están ligados por el Amor, que los hace concentrarse hacia la Unidad suprema. Con todo, la distribución de esa Luz no es, por así decirlo, uniforme; se efectúa en una serie de gradaciones: las gradaciones divinas de la jerarquía celeste, y las gradaciones terrenales de la jerarquía eclesiástica. El Pseudo-Dionisio no pretende, por lo demás, describirlas exactamente, pues reconoce el carácter imaginativo de sus símbolos. Especialmente en lo que toca a las gradaciones celestes —dice al final de su tratado sobre la jerarquía divina— hubiera sido necesario para conocerlas "las luces de su iniciador".

Según indicamos, las obras del Pseudo-Dionisio ejercieron gran influencia en la filosofía medieval, y no solamente en la mística, sino también en la filosofía y, naturalmente, en la teología. Traducidas al latín por Hilduino y por Juan Escoto Erigena, fueron objeto de comentarios por muchos autores. Entre éstos citamos a Hugo de San Victor, Roberto Grosseteste, San Buenaventura, San Alberto Magno y Santo Tomás de Aquino. Los escritos conservados del Pseudo Dionisio comprenden De los nombres divinos, De divinis nominibus, la Teología mística, la Jerarquía celeste, la Jerarquía eclesiástica y diez Cartas.

Nemésio de Emesa

De Ferrater Mora

NEMESIO (fl. 400), obispo de mEmesa (Fenicia), uno de los Padres griegos y uno de los filósofos de la llamada escuela de Alejandría del neoplatonismo, aprovechó muchos conceptos de esta tendencia para la elaboración de un pensamiento neoplatónico en el cual, sin embargo, se rechazaban todos aquellos rasgos (por ejemplo, el emanatismo), incompatibles con las creencias. Nemesio se ocupó sobre todo de antropología filosófica en sentido cristiano en su obra Sobre la naturaleza del hombre, Περί φύσεως άν- θρώχου, una obra que tiene, al parecer, antecedentes en la tradición del estoicismo medio, así como de los conceptos de destino y providencia.

Estos últimos fueron tratados por Nemesio en un sentido parecido al de Hierocles de Alejandría —cuyo tratado sobre el mismo asunto parece haber utilizado—, con insistencia sobre el predominio del segundo sobre el primero, pues la providencia corresponde al carácter personal de Dios mientras que el destino es entidad impersonal. Nemesio discute en su obra las opiniones de muchos filósofos antiguos sobre el hombre y su puesto en el universo, y se adhiere a algunas de ellas (por ejemplo, a la teoría platónica de la preexistencia de las almas, y a las doctrinas aristotélicas sobre las facultades del alma), rechazando otras por estimarlas incompatibles con los dogmas cristianos. Nemesio presenta al hombre como un ser que media entre el mundo sensible y el mundo inteligible, participando de ambos en la forma de una especie de "planta celeste". La obra de Nemesio ejerció bastante influencia en la Edad Media, siendo traducida al latín dos veces, y otras dos durante el Renacimiento. Entre los autores en quienes ejerció influencia se cuenta San Juan Damasceno.

São Basílio

De Ferrater Mora


BASILIO (SAN) o Basilio el Grande (ca. 330-379), nac. en Cesárea (Capadocia), obispo de la misma ciudad desde 370, estudió en Cesárea, Constantinopla y Atenas, donde hizo amistad con Gregorio de Nacianza, también como él uno de los grandes Capadocios. Bautizado al regresar a su ciudad natal, viajó luego por el Cercano Oriente y en 370 fue nombrado Obispo de la citada ciudad, como sucesor de Eusebio.

San Basilio no rechazó el saber pagano, pero advirtió que debía estar enteramente impregnado por el espíritu cristiano si se quería que fuera útil para la formación del hombre. Tal espíritu cristiano no era para él una abstracción: era algo concreto, nutrido por la fe, y superior a cualquier idea filosófica. San Basilio combatió, en efecto, el predominio de lo filosófico que parecía manifestarse en el pensamiento de algunos teólogos, como el arriano Eunomio, contra cuyo antitrinitarismo dirigió San Basilio sus tres libros Adversus Eunomium. Pero los argumentos de San Basilio no estaban fuera de la filosofía; tanto en dichos libros como en el tratado De Spiritu sancto y especialmente en sus Homiliae novem in Hexaemeron, San Basilio desarrolló conceptos filosóficos (relativos a la naturaleza de Dios, al misterio de la Trinidad y a la forma del cosmos) que ejercieron una considerable influencia.

La cosmología de San Basilio en particular, basada en una descripción e interpretación del Génesis, fue determinante para la concepción medieval del mundo.

Orígenes

De Ferrater Mora

ORÍGENES (185/86-254), nacido probablemente en Alejandría y maestro en la escuela de catequistas de esta ciudad, fue discípulo de San Clemente y acaso también de Ammonio Saccas, el maestro de Plotino. La obra y enseñanzas de Orígenes son, por una parte, una continuación de las de San Clemente de Alejandría; mas, por otra, amplían considerablemente el marco de los propósitos de su maestro, quien se limitó, en el fondo, a una incorporación al cristianismo de la tradición filosófica griega, pero sin llegar, como Orígenes, a la edificación de un completo sistema filosófico-teológico.

Por esta mayor amplitud de propósitos y la realización consecuente de los mismos, la obra de Orígenes ha influido considerablemente sobre la fijación de los dogmas efectuada por los Capadocios previa eliminación de los elementos ajenos a la ortodoxia. Para Orígenes, es necesario explicar y aclarar lo que los apóstoles han dejado sentado sin que faltara nada mpero sin que nada sobrara; la doctrina de la Trinidad, del mismo y único Dios en tres personas, constituye así el primer motivo de reflexión, pues la razón, auxiliada por la tradición filosófica, especialmente la platónica y la estoica, puede llegar a una comprensión, pero, bien entendido, a una comprensión parcial de la luz divina. Lo que es posible saber es, por lo pronto, que el Dios Padre es el Dios verdaderamente absoluto; si el Hijo y el Espíritu Santo están en él y son, con el mismo carácter, Dios, hay, por así decirlo, cierta subordinación del Espíritu al Hijo y de éste al Padre. La subordinación se manifiesta principalmente en la relación con el mundo sensible. Hijo y Espíritu son mediadores mentre él y Dios, pues el Hijo es justamente el modelo de los modelos, la idea de las ideas, el supremo Logos. Tal subordinación no significa un origen temporal distinto, como no significa que el mundo creado sea, en un sentido propio, divino, mpor no haber tenido, al entender de Orígenes, un comienzo en un momento del tiempo.

La doctrina de Orígenes que, por lo demás, coincide con la de su maestro y con la identificación ya clásica del mal con la privación y el no ser, culmina en su teoría del alma como preexistente y hundida en lo sensible por la culpa, y en la teoría paralela de la apocatástasis o vuelta de todo a Dios. Según ello, los espíritus que, por la libertad que Dios les ha concedido de realizar el bien, han contravenido esta disposición divina, son castigados a permanecer inmersos en la materia. Mas por la redención del Logos se produce una paulatina purificación mediante la cual todo vuelve al seno de Dios, pues el mal y la privación quedan completamente destruidos, relegados a la absoluta nada. El castigo verdadero es así la vuelta al no ser, pues todo cuanto es, por el mero hecho de ser, tiene que volver, purificado, a la unidad y bondad originarias del Creador.

Una y otra vez insiste Orígenes, en efecto, en las consecuencias que, a su entender, se derivan de la célebre sentencia de San Pablo, según la cual Dios lo es todo en todo. Esto significa, dice, que Dios es también todas las cosas en cada persona individual (De príncipiis, III, vi, 3), y ello de tal modo que cuando llegue el final del proceso dramático y cósmico, es decir, cuando Dios interponga su gracia para la salvación definitiva de todo, no habrá ya contraste entre el bien y el mal. Así se cumple la apocatástasis, la recapitulación, el hecho de que "el fin sea siempre como el principio (ibid., I, vi, 2).

Entre los discípulos y seguidores de Orígenes se destacaron Dionisio Alejandrino el Grande (t 264/265) y Gregorio el Taumaturgo (213-270/275), quienes, como su maestro, reconocieronen el cristianismo la culminacióny madurez de la filosofía griega,pero no como una simple fase suya, sino como la expresión del hecho de que el pensamiento griego contiene anticipaciones intelectuales de lo que luego fue el cristianismo. Por el mismo camino siguieron también Panfilo de Cesárea (fl. 250), autor de una Apología de Orígenes, y en parte Eusebio de Cesárea. Hay que advertir que seguir a Orígenes no significaba siempre adherirse a todas sus doctrinas fundamentales teológicas, y menos aun a la que luego fue considerada como errónea: la teoría de la recapitulación de todo en Dios. Los Capadocios, por ejemplo (San Basilio el Grande, San Gregorio de Nisa y San Gregorio Nacianceno), rectificaron las doctrinas de Orígenes sin dejar de considerarlo como un importante teólogo. Por otro lado, hubo quienes se opusieron a Orígenes muy violentamente. Entre éstos destacaron Metodio de Olimpo y Teófilo de Alejandría.

Las obras filosóficas capitales de Orígenes son sus libros Acerca de los principios; Contra Celso, apología del cristianismo frente a la crítica de este filósofo. Además de ellas, hay que mencionar: Comentario sobre San Juan, La Resurrección, Stromata, Comentarios sobre los Salmos I-XXV, Comentarios sobre el Génesis y sobre Las Lamentaciones, Exhortación al Martirio.

Clemente de Alexandria

De Ferrater Mora



CLEMENTE (ca. 150 - ca. 215), de Alejandría, maestro de la escuela para catequistas de la misma ciudad, se esforzó ante todo en asimilar la tradición filosófica griega dentro del cristianismo, el cual es considerado por él como una verdad total frente a una verdad parcial, como un saber completo frente al saber incompleto, fragmentario y frecuentemente falso del helenismo. En el helenismo, y especialmente en los pitagóricos, Platón y algunos estoicos, se encuentran, según Clemente, verdades encubiertas por el gran error del paganismo, anticipaciones que hacen de la filosofía no algo opuesto a la fe cristiana, sino una preparación para la fe concedida por Dios a quienes no constituían hasta el Nuevo Testamento el pueblo elegido. La revelación del Verbo es el verdadero saber, pero un saber que, bien que conocido por la fe, conduce a un asentimiento de carácter evidente, a la manera de la "fantasía cataléptica" de los estoicos. Esta revelación fue dada antes parcialmente a los judíos, pero también a los griegos en la figura de sus sabios, de todos los sabios y no msólo de los de una determinada escuela.

La asimilación de la tradición griega es para Clemente total, y contituye en su conjunto lo que llama filosofía, esto es, aquello que puede preparar para la fe y a la vez convertir la fe en conocimiento. Entre la fe y el saber filosófico no hay, así, contradicción, pues ambos se complementan y encuentran su verdad en la verdad única de lo revelado. Pero ello no equivale a una completa racionalización de la fe, pues en ésta hay verdades que sobrepasan la comprensión, y por ello la filosofía no puede, por ejemplo, llegar a un conocimiento positivo de la esencia

São Justino

De Ferrater Mora



JUSTINO (SAN) (ça. 105-ca. 165), nac. en Flavia Neapolis (Palestina). Después de seguir varias de ks escuelas filosóficas imperantes en su época se convirtió al cristianismo, recibiendo la palma del martirio en Roma, donde había establecido una escuela.

Después de su conversión San Justino no abandonó por ello la filosofía, antes bien quiso ponerla al servicio de las creencias cristianas, llegando a ser con ello uno de los primeros y principales apologistas. San Justino manifestó que Platón se había inspirado en Moisés y que el Génesis es la fuente del Timeo. Por este motivo, lejos de que los cristianos siguieran a los filósofos, San Justino proclama que los mejores filósofos habían seguido, sabiéndolo o no, los dogmas cristianos. Ahora bien, sólo los cristianos son capaces de conocer las verdaderas enseñanzas por cuanto siguen la revelación de Cristo. Se puede decir, pues, que San Justino aspiró a una especie de "síntesis" del cristianismo con la filosofía siempre que se tenga en cuenta el papel subordinado que a su entender desempeña la última.



En otras palabras, las ideas filosóficas —por lo menos las de algunos filósofos— son verdaderas no por sí mismas, sino en cuanto siguen el contenido de la fe. Desde el punto de vista filosófico interesan en San Justino especialmente las ideas filosóficas que empleó y el modo como las articuló con las creencias cristianas. Los filósofos a los que San Justino se refiere más insistentemente son Platón y los estoicos.



De Platón tomó Sin Justino la doctrina del reino inteligible y la idea del Bien superior a todo. De los estoicos tocó, entre otras ideas, la noción del "lugos germinal" (logos spermatikos) así como varias de las doctrinas morales. El modo como integró estas ideas en las creencias cristianas consiste especialmente en mostrar que ya con las ideas de los filósofos puede conocerse la existencia de Dios, la inmortalidad del alma y la naturaleza del bien. Pero, además, con estas ideas es posible ver la función del Logos como Hijo de Dios. Sin embargo, ello no elimina la necesidad de la revelación: muestra simplemente que la revelación y la "verdadera razón" coinciden.

São Gregório Nacianceno

De Ferrater Mora

GREGORIO NACIANCENO(SAN) (ca. 329-389/390) nac. en Arianza, Nacianza (Capadocia), obispo de Sasima en 370 y de Constantinopla desde 379, fue uno de los tres grandes Capadocios. Amigo durante un tiempo del filósofo cínico Máximo de Alejandría, se ha considerado (J. Geffcken) que hay en el pensamiento de San Gregorio Nacianceno ciertos rasgos cínicos además de platónicos. Ahora bien, insistir sobre ellos es olvidar que la intención capital de San Gregorio no es un sincretismo filosófico, sino, a lo sumo, el aprovechamiento de ciertas ideas filosóficas para la mejor comprensión de algunos de los misterios de la fe. La principal contribución de San Gregorio Nacianceno a la filosofía consiste, pues, en el examen de aquellas verdades de fe que pueden ser mejor comprendidas por la razón cuando ésta es guiada por las Escrituras. Entre tales verdades hay que contar la de la naturaleza espiritual, infinita y eterna de Dios. Las precisiones de San Gregorio Nacianceno al respecto ejercieron considerable influencia sobre la ulterior conceptualización teológica.

Debe observarse que, según San Gregorio, no todos los misterios pueden ser racionalmente conocidos; ciertos misterios, como el de la Trinidad, que los teólogos llaman misterios absolutos deben ser simplemente creídos.

São Gregório de Nissa

De Ferrater Mora

Gregorio Niceno (335-después de 394), nac. en Cesárea (Capadocia), hermano de San Basilio, obispo de Nisa y uno de los tres grandes Capadocios, ejerció influencia sobre la posterior teología y filosofía especialmente por su escrito acerca del hombre y de su puesto en el cosmos, acerca del alma y de su inmortalidad, y acerca de Dios y de la Trinidad. San Gregorio de Nisa desarrolló sobre todo la concepción del alma como entidad razonable creada por Dios y destinada a animar el cuerpo humano. No admitió, pues, ni la teoría de la separación completa entre el cuerpo y el alma ni tampoco la doctrina de la preexistencia —y menos aun de la transmigración— de las almas. En este sentido San Gregorio de Nisa se opuso al platonismo.

Sin embargo, hay rasgos platónicos en otras doctrinas teológicas suyas; por ejemplo, en la idea del orden armónico del universo como reflejo de la armonía suprema de Dios, y aun en las ideas utilizadas para entender, en la medida en que ello es posible, el misterio de la Trinidad. Hay que observar, sin embargo, que las concepciones teológicas de San Gregorio no significaban una subordinación de lo teológico a lo filosófico; aunque el orden de la fe y el orden de la razón concuerdan, no se confunden. En un punto San Gregorio pareció, con todo, utilizar a fondo un supuesto filosófico; fue en su doctrina, influida por Orígenes, acerca de la purificación final de todas las cosas. Pero aun en este punto los motivos que lo guiaron fueron menos los propiamente filosóficos que los teológicos- morales (especialmente el de la perfección infinita de Dios).

sábado, 14 de junho de 2008

O fraco de Deus é mais forte que os homens

Das homilias de São João Crisóstomo

Fonte

El mensaje de la cruz, anunciado por unos hombres sin cultura, tuvo una virtud persuasiva que alcanzó a todo el orbe de la tierra; y se trataba de un mensaje que no se refería a cosas sin importancia, sino a Dios y a la verdadera religión, a una vida conforme al Evangelio y al futuro juicio, un mensaje que convirtió en sabios a unos hombres rudos e ignorantes. Ello nos demuestra que lo necio de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil Dios es más fuerte que los hombres.

¿En qué sentido es más fuerte? En cuanto que invadió el orbe entero y sometió a todos los hombres, produciendo un efecto contrario al que pretendían todos aquellos que se esforzaban en extinguir el nombre del Crucificado, ya que hizo, en efecto, que este nombre obtuviera un mayor lustre y difusión. Ellos, por el contrario, desaparecieron y, aun durante el tiempo en que estuvieron vivos, nada pudieron contra un muerto. Por esto, cuando un pagano dice de mí que estoy muerto, es cuando muestra su gran necedad; cuando él me considera un necio, es cuando mi sabiduría se muestra superior a la suya; cuando me considera débil, es cuando él se muestra más débil que yo. Porque ni los filósofos, ni los maestros, ni mente humana alguna hubiera podido siquiera imaginar todo lo que eran capaces de hacer unos simples publicanos y pescadores.

Pensando en esto, decía Pablo: Lo débil de Dios es más fuerte que los hombres. Esta fuerza de la predicación divina la demuestran los hechos siguientes. ¿De dónde les vino a aquellos doce hombres, ignorantes, que vivían junto a lagos, ríos y desiertos, el acometer una obra de tan grandes proporciones y el enfrentarse con todo el mundo, ellos, que seguramente no habían ido nunca a la ciudad ni se habían presentado en público? Y más, si tenemos en cuenta que eran miedosos y apocados, como sabemos por la descripción que de ellos nos hace el evangelista que no quiso disimular sus defectos, lo cual constituye la mayor garantía de su veracidad. ¿Qué nos dice de ellos? Que, cuando Cristo fue apresado, unos huyeron y otro el primero entre ellos, lo negó, a pesar de todos los milagros que habían presenciado.

¿Cómo se explica, pues, que aquellos que, mientras Cristo vivía, sucumbieron al ataque de los judíos, después una vez muerto y sepultado, se enfrentaran contra el mundo entero, si no es por el hecho de su resurrección, que algunos niegan, y porque les habló y les infundió ánimos? De lo contrario, se hubieran dicho: «¿Qué es esto? No pudo salvarse a sí mismo, y ¿nos va a proteger a nosotros? Cuando estaba vivo, no se ayudó a sí mismo, y ¿ahora, que está muerto, nos tenderá una mano? El, mientras vivía, no convenció a nadie, y ¿nosotros, con sólo pronunciar su nombre, persuadiremos a todo el mundo? No sólo hacer, sino pensar algo semejante sería una cosa irracional».

Todo lo cual es prueba evidente de que, si no lo hubieran visto resucitado y no hubieran tenido pruebas bien claras de su poder, no se hubieran lanzado a una aventura tan arriesgada.

Oración

Afianza, Señor, en nosotros aquella fe con la que san Bartolomé, tu apóstol, se entregó sinceramente a Cristo, y haz que, por sus ruegos, tu Iglesia se presente ante el mundo como sacramento de salvación para todos los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo. And here is the rest of it.

Descrição de Cristo sendo açoitado

De Santo Efrém

Fonte

Tras el vehemente vocerío contra Pilatos, el Todopoderoso fue azotado como el más vil de los criminales. ¡Qué gran conmoción y cuanto horror hubo a la vista del tormento! Los cielos y la tierra enmudecieron de asombro al contemplar Su cuerpo surcado por el látigo de fuego, ¡El mismo desgarrado por los azotes! Al contemplarlo a El, que había tendido sobre la tierra el velo de los cielos, que había afirmado el fundamento de los montes, que había levantado a la tierra fuera de las aguas, que lanzaba desde las nubes el rayo cegador y fulminante, al contemplarlo ahora golpeado por infames verdugos, con las manos atadas a un pilar de piedra que Su palabra había creado. ¡Y ellos, todavía, desgarraban sus miembros y le ultrajaban con burlas! ¡Un hombre, al que El había formado, levantaba el látigo! ¡El, que sustenta a todas las criaturas con su poder, sometió su espalda a los azotes; El, que es el brazo derecho del Padre, consintió en extender sus brazos en torno al pilar. El pilar de ignominia fue abrazado por El, que sostiene los cielos y la tierra con todo su esplendor. Los perros salvajes ladraron al Señor que con su trueno sacude las montañas y mostraron los agudos dientes al Hijo de la Gloria.

terça-feira, 10 de junho de 2008

O amor deseja ver a Deus

Fonte

Dos Sermões de São Pedro Crisólogo

Al ver Dios que el temor arruinaba el mundo, trató inmediatamente de volverlo a llamar con amor, de invitarlo con su gracia, de sostenerlo con su caridad, de vinculárselo con su afecto.

Por eso purificó la tierra, afincada en el mal, con un diluvio vengador, y llamó a Noé padre de la nueva generación, persuadiéndolo con suaves palabras, ofreciéndole una confianza familiar, al mismo tiempo que lo instruía piadosamente sobre el presente y lo consolaba con su gracia, respecto al futuro. Y no le dio ya órdenes, sino que con el esfuerzo de su colaboración encerró en el arca las criaturas del todo el mundo, de manera que el amor que surgía de esta colaboración acabase con el temor de la servidumbre, y se conservara con el amor común lo que se había salvado con el común esfuerzo.

Por eso también llamó a Abrahán de entre los gentiles, engrandeció su nombre, lo hizo padre de la fe, lo acompañó en el camino, lo protegió entre los extraños, le otorgó riquezas, lo honró con triunfos, se le obligó con promesas, lo libró de injurias, se hizo su huésped bondadoso, lo glorificó con una descendencia de la que ya desesperaba; todo ello para que, rebosante de tantos bienes, seducido por tamaña dulzura de la caridad divina, aprendiera a amar a Dios y no a temerlo, a venerarlo con amor y no con temor.

Por eso también consoló en sueños a Jacob en su huída, y a su regreso lo incitó a combatir y lo retuvo con el abrazo del luchador; para que amase al padre de aquel combate, y no lo temiese.

Y así mismo interpeló a Moisés en su lengua vernácula, le habló con paterna caridad y le invitó a ser el libertador de su pueblo.

Pero así que la llama del amor divino prendió en los corazones humanos y toda la ebriedad del amor de Dios se derramó sobre los humanos sentidos, satisfecho el espíritu por todo lo que hemos recordado, los hombres comenzaron a querer contemplar a Dios con sus ojos carnales.

Pero la angosta mirada humana ¿cómo iba a poder abarcar a Dios, al que no abarca todo el mundo creado? La exigencia del amor no atiende a lo que va a ser, o a lo que debe o puede ser. El amor ignora el juicio, carece de razón, no conoce la medida. El amor no se aquieta ante lo imposible, no se remedia con la dificultad.

El amor es capaz de matar al amante si no puede alcanzar lo deseado; va a donde se siente arrastrado, no a donde debe ir.

El amor engendra el deseo, se crece con el ardor y, por el ardor, tiende a lo inalcanzable. ¿Y qué más?

El amor no puede quedarse sin ver lo que ama: por eso lo santos tuvieron en poco todos sus merecimientos, si no iban a poder ver a Dios.

Moisés se atreve por ello a decir: Si he obtenido tu favor, enséñame tu gloria.

Y otro dice también: Déjame ver tu figura. Incluso los mismos gentiles modelaron sus ídolos para poder contemplar con sus propios ojos lo que veneraban en medio de sus errores.

Como se uma mesma alma sustentasse dois corpos

Fonte

Dos Sermões de São Gregório de Nazianzo, o Demóstenes Cristão


Nos habíamos encontrado en Atenas, como la corriente de un mismo río que, desde el manantial patrio, nos había dispersado por las diversas regiones, arrastrados por el afán de aprender, y que, de nuevo, como si nos hubiésemos puesto de acuerdo, volvió a unirnos, sin duda porque así lo dispuso Dios.

En aquellas circunstancias, no me contentaba yo sólo con venerar y seguir a mi gran amigo Basilio, al advertir en él la gravedad de sus costumbres y la madurez y seriedad de sus palabras, sino que trataba de persuadir a los demás, que todavía no lo conocían, a que le tuviesen esta misma admiración. En seguida empezó a ser tenido en gran estima por quienes conocían su fama y lo habían oído.

En consecuencia, ¿qué sucedió? Que fue casi el único, entre todos los estudiantes que se encontraban en Atenas, que sobrepasaba el nivel común y el único que había conseguido un honor mayor que el que parece corresponder a un principiante. Éste fue el preludio de nuestra amistad; ésta la chispa de nuestra intimidad; así fue como el mutuo amor prendió en nosotros.

Con el paso del tiempo, nos confesamos mutuamente nuestras ilusiones y que nuestro más profundo deseo era alcanzar la filosofía, y, ya para entonces, éramos el uno para el otro todo lo compañeros y amigos que nos era posible ser, de acuerdo siempre, aspirando a idénticos bienes y cultivando cada día más ferviente y más íntimamente nuestro recíproco deseo.

Nos movía un mismo deseo de saber, actitud que suele ocasionar profundas envidias, y, sin embargo, carecíamos de envidia; en cambio, teníamos en gran aprecio la emulación. Contendíamos entre nosotros, no para ver quién era el primero, sino para averiguar quién cedía al otro la primacía; cada uno de nosotros consideraba la gloria del otro como propia.

Parecía que teníamos una misma alma que sustentaba dos cuerpos. Y, si no hay que dar crédito en absoluto a quienes dicen que todo se encuentra en todas las cosas, a nosotros hay que hacernos caso si decimos que cada uno se encontraba en el otro y junto al otro.

Una sola tarea y afán había para ambos, y era la virtud, así como vivir para las esperanzas futuras de tal modo que, aun antes de haber partido de esta vida, pudiese decirse que habíamos emigrado ya de ella. Ése fue el ideal que nos propusimos, y así tratábamos de dirigir nuestra vida y todas nuestras acciones, dóciles a la dirección del mandato divino, acuciándonos mutuamente en el empeño por la virtud; y, a no ser que decir esto vaya a parecer arrogante en exceso, éramos el uno para el otro la norma y regla con la que se discierne lo recto de lo torcido.

Y, así como otros tienen sobrenombres, o bien recibidos de sus padres, o bien suyos propios, o sea, adquiridos con los esfuerzos y orientación de su misma vida, para nosotros era maravilloso ser cristianos, y glorioso recibir este nombre.

Oración

Señor Dios, que te dignaste instruir a tu Iglesia con la vida y doctrina de san Basilio Magno y san Gregorio Nacianceno, haz que busquemos humildemente tu verdad y la vivamos fielmente en el amor. Por nuestro Señor Jesucristo.

A Ação do Espírito Santo

Do livro de São Basílio Magno sobre o Espírito Santo


¿Quién, habiendo oído los nombres que se dan al Espíritu, no siente levantado su ánimo y no eleva su pensamiento hacia la naturaleza divina? Ya que es llamado Espíritu de Dios y Espíritu de verdad que procede del Padre; Espíritu firme, Espíritu generoso, Espíritu Santo son sus apelativos propios y peculiares.

Hacia él dirigen su mirada todos los que sienten necesidad de santificación; hacia él tiende el deseo de todos los que llevan una vida virtuosa, y su soplo es para ellos a manera de riego que los ayuda en la consecución de su fin propio y natural.

Él es fuente de santidad, luz para la inteligencia; él da a todo ser racional como una luz para entender la verdad.

Aunque inaccesible por naturaleza, se deja comprender por su bondad; con su acción lo llena todo, pero se comunica solamente a los que encuentra dignos, no ciertamente de manera idéntica ni con la misma plenitud, sino distribuyendo su energía según la proporción de la fe.

Simple en su esencia y variado en sus dones, está íntegro en cada uno e íntegro en todas partes. Se reparte sin sufrir división, deja que participen en él, pero él permanece íntegro, a semejanza del rayo solar cuyos beneficios llegan a quien disfrute de él como si fuera único, pero, mezclado con el aire, ilumina la tierra entera y el mar.

Así el Espíritu Santo está presente en cada hombre capaz de recibirlo, como si sólo él existiera y, no obstante, distribuye a todos gracia abundante y completa; todo disfrutan de él en la medida en que lo requiere la naturaleza de la criatura, pero no en la proporción con que él podría darse.

Por él los corazones se elevan a lo alto, por su mano son conducidos los débiles, por él los que caminan tras la virtud, llegan a la perfección. Es él quien ilumina a los que se han purificado de sus culpas y al comunicarse a ellos los vuelve espirituales.

Como los cuerpos limpios y transparentes se vuelven brillantes cuando reciben un rayo de sol y despiden de ellos mismos como una nueva luz, del mismo modo las almas portadoras del Espíritu Santo se vuelven plenamente espirituales y transmiten la gracia a los demás.
De esta comunión con el Espíritu procede la presciencia de lo futuro, la penetración de los misterios, la comprensión de lo oculto, la distribución de los dones, la vida sobrenatural, el consorcio con los ángeles; de aquí proviene aquel gozo que nunca terminará, de aquí la permanencia en la vida divina, de aquí el ser semejantes a Dios, de aquí, finalmente lo más sublime que se puede desear: que el hombre llegue a ser como Dios.

Tudo, pelo Verbo, compõe uma harmonia verdadeiramente divina

Fonte

Sermão de Santo Atanásio contra os gentios


Ninguna cosa de las que existen o son hechas empezó a ser sino en él y por él, como nos enseña el evangelista teólogo, cuando dice: En el principio ya existía la Palabra. La Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada.

Así como el músico, con la lira bien templada, ejecuta una armonía, combinando con los recursos del arte los sonidos graves con los agudos y los intermedios, así también la Sabiduría de Dios, teniendo en sus manos el universo como una lira, une las cosas de la atmósfera con las de la tierra, y las del cielo con las de la atmósfera y las asocia todas unas con otras, gobernándolas con su voluntad y beneplácito. De este modo, produce un mundo unificado, hermosa y armoniosamente ordenado, sin que por ello el Verbo de Dios deje de permanecer inmutable junto al Padre, mientras pone en movimiento todas las cosas, según le place al Padre, con la invariabilidad de su naturaleza. Todo, en definitiva, vive y se mantiene, por donación suya, según su propio ser y, por él, compone una armonía admirable y verdaderamente divina.

Tratemos de explicar esta verdad tan profunda por medio de una imagen: pongamos el ejemplo de un coro numeroso. En un coro compuesto de variedad de personas, de niños, mujeres, hombres maduros y adolescentes, cada uno, bajo la batuta del director, canta según su naturaleza y sus facultades: el hombre con voz de hombre, el niño con voz de niño, la mujer con voz de mujer, el adolescente con voz de adolescente, y, sin embargo, de todo el conjunto resulta una armonía. Otro ejemplo: nuestra alma pone simultáneamente en movimiento todos nuestros sentidos, cada uno según su actividad específica, y así, en presencia de algún estímulo exterior, todos a la vez se ponen en movimiento: el ojo ve, el oído oye, la mano toca, el olfato huele, el gusto gusta, y también sucede con frecuencia que actúan los demás miembros corporales, por ejemplo, los pies se ponen a andar. De manera semejante acontece en la creación en general. Ciertamente, los ejemplos aducidos no alcanzan a dar una idea adecuada de la realidad, y por esto es necesaria una más profunda comprensión de la verdad que quieren ilustrar.

Es decir, que todas las cosas son gobernadas a un solo mandato del Verbo de Dios, de manera que, ejerciendo cada ser su propia actividad, del conjunto resulta un orden perfecto.

Oración

Muéstrate propicio, Señor, a los deseos y plegarias de tu pueblo; danos luz para conocer tu voluntad y la fuerza necesaria para cumplirla. Por nuestro Señor Jesucristo.

sábado, 31 de maio de 2008

Bíblia de Navarra

Descubro no "Fiat Lux" a edição online dos comentários ao Evangelho da Bíblia de Navarra. Worth reading.

domingo, 25 de maio de 2008

São Gregório Magno



Santo Ambrósio



São João Crisóstomo






Santo Atanásio



sexta-feira, 23 de maio de 2008

“Na margem, junta-se o que for bom”

De Santo Agostinho

Fonte

“Ele governará a terra com justiça, e os povos na Sua fidelidade” (Sl 95, 13). Que justiça e que fidelidade? Juntará em Seu redor os eleitos (Mc 13, 27) e separará os outros, colocando aqueles à Sua direita e estes à Sua esquerda (Mt 25, 33). Haverá coisa mais justa, mais fiel do que essa? Aqueles que não tiverem querido exercer misericórdia antes da chegada do juiz não poderão esperar dele misericórdia. Aqueles que tiverem querido exercer a misericórdia serão julgados com misericórdia (Lc 6, 37). Porque Ele dirá àqueles que tiver colocado à Sua direita: “Vinde, benditos de Meu Pai, recebei em herança o reino que vos está preparado desde a criação do mundo”; e atribui-lhes obras de misericórdia: “Tive fome e destes-Me de comer; tive sede e destes-Me de beber”, e por aí fora (Mt 25, 31ss.).

Porque tu és injusto, não há-de o juiz ser justo? Porque te acontece mentir, não há-de a verdade ser verídica? Se queres encontrar um juiz misericordioso, sê misericordioso antes que Ele chegue. Perdoa a quem te tiver ofendido; dá dos teus bens, se possuis em abundância. […] Dá o que dele recebes: “Que tens tu, que não hajas recebido?” (1Cor 4, 7). Eis os sacrifícios que são muito agradáveis a Deus: a misericórdia, a humildade, o reconhecimento, a paz, a caridade. Se isso levarmos, esperaremos com segurança o advento do juiz, desse juiz que “governará a terra com justiça, e os povos na Sua fidelidade”.

“Com que autoridade fazes isso?”

De Santo Hilário de Poitiers

Fonte

Pertence claramente ao Pai, este Filho que se parece com Ele. Vem dele, este Filho que podemos comparar com Ele, porque lhe é semelhante. É seu igual, este Filho que realiza as mesmas obras que Ele (Jo 5, 36). […] Sim, o Filho realiza as mesmas obras que o Pai; é por isso que nos pede que acreditemos que é o Filho de Deus. Não se arroga um título que não Lhe seja devido; não é nas Suas próprias obras que apoia esta reivindicação. Não! Dá testemunho de que não são as Suas próprias obras, mas as obras do Pai, atestando assim que o brilho dos Seus actos Lhe vem da sua origem divina. Mas como poderiam os homens ter reconhecido nele o Filho de Deus, no mistério desse corpo que Ele tinha assumido, nesse homem nascido de Maria? Foi para lhes encher o coração de fé em Si que o Senhor realizou todas estas obras. “Se faço as obras de meu Pai e não credes em Mim, crede nas Minhas obras” (Jo 10, 38).

Se a humilde condição do Seu corpo nos parecer um obstáculo para acreditarmos na Sua palavra, pede-nos que acreditemos ao menos nas Suas obras. Com efeito, por que haveria o mistério do Seu nascimento humano de nos impedir de perceber o Seu nascimento divino? […] “Se não credes em Mim, crede nas Minhas obras; para que conheçais e acrediteis que o Pai está em Mim e Eu nele” […].

Tal é a natureza que possui por nascimento; tal o mistério de uma fé que nos garantirá a salvação: não dividir aqueles que são um, não privar o Filho da Sua natureza e proclamar a verdade do Deus Vivo, nascido do Deus Vivo. […] “Assim como o Pai, que vive, Me enviou, Eu vivo pelo Pai” (Jo 6, 57). “Assim como o Pai tem a vida em Si mesmo, assim também concedeu ao Filho ter a vida em Si mesmo” (Jo 5, 26).

A Quaresma

De São Cirilo de Jerusalém

É agora o tempo da confissão. Confessa as tuas faltas por palavras e por acções, as da noite e as do dia. Confessa-as neste “tempo favorável”, neste “dia de salvação” (Is 49,8; 2Co 6,2); recebe o tesouro celeste… Deixa o presente e crê no futuro. Percorreste tantos anos sem interromper os teus vãos trabalhos da terra e não podes parar quarenta dias para te ocupares do teu próprio fim? “Parai e sabei que eu sou Deus”, diz a Escritura (Sl 45,11). Renuncia à multidão de palavras inúteis, não maldigas, não escutes também o maledicente, mas põe-te disponível para rezar. Mostra na ascese o fervor do teu coração; purifica esse receptáculo para receber uma graça mais abundante. Porque a remissão dos pecados é dada igualmente a todos, mas a participação no Espírito Santo é concedida na medida da fé de cada um. Se te esforçares pouco, recolhes pouco; se trabalhares muito, grande será a tua recompensa. És tu mesmo que estás em jogo ; vela pelo teu interesse.
Se tens uma queixa contra alguém, perdoa-lhe. Acabas de receber o perdão das tuas faltas, impõe-se que também tu perdoes ao pecador, porque com que cara dirás ao Senhor: “Afasta de mim os meus numerosos pecados”, se tu mesmo não perdoaste ao teu companheiro as suas faltas para contigo (cf. Mt 18,23s)?

"Os seus exércitos, servidores dos seus desejos" (Sl 102, 21)

Homilia de Orígenes

Os anjos descem sobre aqueles que devem ser salvos. "Os anjos subiam e desciam por cima do Filho do homem" (Jo 1,51) e "aproximaram-se dele e o serviam" (Mt 4,11). Ora os anjos descem porque Cristo desceu primeiro; receavam descer antes que o Senhor dos exércitos celestes e de todas as coisas (Col 1,16) o tivesse ordenado. Mas, quando viram o Príncipe do exército celeste habitar na terra, então, por esse caminho que tinha sido aberto, sairam atrás do seu Senhor, obedecendo à vontade daquele que os repartiu como guardas dos que acreditam no seu nome.
Ontem, tu estavas sob a dependência do demónio; hoje, estás sob a de um anjo. "Guardai-vos, diz o Senhor, de desprezar qualquer destes pequeninos" que estão na Igreja, "porque, em verdade vos digo, os seus anjos vêem constantemente a face de meu Pai que está nos céus". Os anjos dedicam-se à tua salvação, declararam-se ao serviço do Filho de Deus e dizem entre si: "Se Ele desceu num corpo, se se revestiu de carne mortal, se suportou a cruz, se morreu por todos os homens, porque havemos de repousar, sim, porque nos havemos de poupar? Vamos, todos os anjos, desçamos do céu!" Foi por isso que, quando Cristo nasceu, havia "uma multidão do exército celeste louvando e glorificando a Deus" (Lc 2,13).

O senhor da messe

De Santo Agostinho

O Evangelho que acabamos de ler convida-nos a procurar saber que messe é essa acerca da qual o Senhor nos diz: “A messe é grande e os trabalhadores são poucos. Pedi, pois, ao senhor da messe que envie trabalhadores para a sua messe.” Foi então que Ele enviou, para além dos doze discípulos a que chamou apóstolos (“enviados”), mais setenta e duas pessoas. E mandou-os a todos, como se percebe pelas suas palavras, trabalhar numa messe já pronta. Para que messe? Não era entre os pagãos, onde ninguém havia semeado, que eles iam fazer a colheita. É de supor, pois, que a colheita tivesse lugar entre os judeus; foi para aí recolher que veio o senhor da messe. Aos outros povos, envia quem semeie, e não quem recolha. A colheita faz-se, pois, entre os judeus; entre os outros, semeia-se. E foi nitidamente recolhendo entre os judeus que Ele escolheu os apóstolos; era o tempo da colheita, as espigas estavam maduras, porque os profetas tinham semeado entre eles. […]

O Senhor declarou aos seus discípulos: “Não dizeis que dentro de quatro meses chegará o tempo da ceifa? Pois bem, Eu digo-vos: erguei os olhos e vede; os campos estão brancos para a ceifa” (Jo 4, 35). E disse-lhes também: “Outros trabalharam e vós aproveitais-vos do seu trabalho” (38). Abraão, Isaac, Jacob, Moisés e os profetas trabalharam; sofreram para semear o grão de trigo. Na sua vinda, o Senhor encontrou as espigas maduras e enviou quem as colhesse com a foice do Evangelho.

Seguir a Cristo pelo caminho certo

De Santo Atanásio

Fonte

Um dia, os monges vieram ter com Antão e pediram-lhe que lhes dirigisse a palavra. Ele respondeu-lhes: Eis que começámos a avançar pela estrada da virtude; continuemos agora em frente, a fim de atingirmos a meta (Fil 3, 14). Que ninguém olhe para trás como a mulher de Lot (Gn 19, 26), porque o Senhor disse: “Quem mete a mão ao arado e olha para trás não é apto para o Reino dos Céus.” Olhar para trás mais não é do que alterar o próprio objectivo e retomar o gosto pelas coisas deste mundo. Nada receeis quando ouvirdes falar da virtude, nem vos espanteis com esta palavra. Porque a virtude não está longe de nós, nem nasce fora de nós; é coisa que nos diz respeito, e é simples, desde que o queiramos.

Os pagãos deixam o seu país e atravessam os mares para irem estudar letras. Nós não temos necessidade de abandonar o nosso país para ir para o Reino dos Céus, nem de atravessar o mar para adquirir a virtude. Porque o Senhor disse: “O Reino de Deus está dentro de vós” (Lc 17, 21). A virtude apenas precisa, pois, do nosso querer, dado que está em nós e nasce de nós. Se a alma conserva a parte inteligente que é conforme à sua natureza, a virtude pode nascer. A alma encontra-se no seu estado natural quando permanece tal como foi feita; e foi feita muito bela e muito recta. Era por isso que Josué, filho de Nun, dizia: “Inclinai os vossos corações para o Senhor, Deus de Israel” (Jos 24, 23). E João Baptista: “Endireitai as suas veredas” (Mt 3, 3). Para a alma, ser recta consiste em manter a sua inteligência tal como foi criada. Quando, pelo contrário, se desvia do seu estado natural, nessa altura fala-se do vício da alma. Não se trata, pois, de uma coisa difícil. […] Se tivéssemos de procurá-la fora de nós, seria realmente difícil; mas, visto que está em nós, evitemos os pensamentos impuros e guardemos a alma para o Senhor, como se tivéssemos recebido um depósito, a fim de que Ele reconheça a nossa obra, encontrando a nossa alma tal como a fez.

«Quem em meu nome acolher este pequenino, é a mim que acolhe»

De Clemente de Alexandria

Fonte

«Os seus filhinhos serão levados aos ombros e consolados ao colo, vem nas Escrituras. Como à criança a quem a mãe dá consolo, também eu vos consolarei» (Is 66,12-13). A mãe chega seus filhos a si, e nós, nós procuramos nossa mãe, a Igreja. Todo o ser de pouca idade e frágil é, nessa fragilidade desprotegida, um ser gracioso, doce, encantador; Deus não recusa o seu auxílio a seres tão jovens assim. Todos os pais têm uma ternura peculiar para com seus filhos pequenos… De igual modo, o Pai de toda a criação acolhe aqueles que se refugiam junto de si, regenera-os pelo Espírito e adopta-os como filhos; conhece a sua doçura e só a eles ama, auxilia, defende; por isso lhes chama filhos (cf. Jo 13,33).

O Santo Espírito, falando pela boca de Isaías, aplica ao próprio Senhor o termo filho: «Eis que nos nasceu um menino, foi-nos dado um filho.» (Is 9,5). Quem é então esta pequena criança, este recém-nascido, à imagem de quem também nós somos crianças? Pela boca do mesmo Profeta, o Espírito descreve-nos a sua grandeza: «Conselheiro admirável, Deus poderoso, Pai eterno, Príncipe da paz» (v. 6).

Ó Deus tão grande! Ó menino perfeito! O Filho está no Pai e o Pai está no Filho. Poderia não ser perfeita a educação que nos dá este menino? Ela reúne-nos para nos guiar, a nós, os seus filhos. O menino estendeu-nos as mãos, e nelas pomos toda a nossa fé. Também João Baptista dá testemunho desta criança: «Eis o cordeiro de Deus», diz-nos (Jo 1, 29). Como as Escrituras designam as crianças por cordeiros, chamou “cordeiro de Deus” ao Verbo Deus que por nós se fez homem e que em tudo nos quis ser igual, ele, que é o Filho de Deus, o menino do Pai.

Tal como Herodes, queremos ver a Jesus

De São Pedro Crisólogo

O amor não admite não ver aquilo que ama. Não consideraram todos os santos ser pouca coisa aquilo que obtinham quando não viam a Deus? … Por isso Moisés ousa dizer: “Se alcancei graça aos teus olhos, revela-me o teu rosto” (Ex 33, 13). E diz o salmista : “Revela-nos o teu rosto” (Sl 79,4). Não era por isso que os pagãos construíam ídolos? No seio do próprio erro, eles viam com os olhos o que adoravam.

Deus sabia, pois, que os mortais se atormentavam no desejo de o ver. O que ele escolheu para se revelar era grande na terra e não era o mais pequeno nos céus. Porque o que, na terra, Deus fez semelhante a si, não podia ficar sem honra nos céus : “Façamos o ser humano à nossa imagem e semelhança, diz» (Gn 1, 26)… Que ninguém pense, pois, que Deus fez mal em vir aos homens através de um homem. Ele fez-se carne entre nós para ser visto por nós.

Somos Seus irmãos porque Sua Mãe ouviu a palavra e a pôs em prática

De Santo Irineu de Lyon

A Virgem Maria foi obediente quando disse: “Eis a escrava do Senhor; faça-se em mim segundo a tua palavra” (Lc 1, 38). Pelo contrário, Eva foi desobediente, tendo desobedecido quando era ainda virgem. E assim como Eva, desobedecendo, se tornou causa de morte para si mesma e para todo o género humano, assim também Maria, tendo por esposo aquele que lhe tinha sido antecipadamente destinado mas mantendo-se virgem, se tornou, pela sua obediência, causa de salvação para si mesma e para todo o género humano. […] Porque o que foi ligado só pode ser desligado quando se desfaz o nó, de tal maneira que um primeiro nó é desatado por um segundo, tendo o segundo a função de desatar o primeiro.

Era por isso que o Senhor dizia que os primeiros seriam os últimos, e os últimos os primeiros (Mt 19, 30). E também o profeta afirma a mesma coisa, ao dizer: “Em lugar dos teus pais, virão os teus filhos” (Sl 44, 17). Porque, ao tornar-Se “o Primogénito dos mortos”, ao receber no seu seio os pais antigos, o Senhor fê-los renascer para a vida em Deus, tornando-Se Ele mesmo “o princípio” (Col 1, 18), já que Adão fora o princípio dos mortos. É também por isso que Lucas começa a sua genealogia pelo Senhor, fazendo-a depois remontar até Adão (Lc 3, 23ss.), indicando assim que não foram os pais que deram a vida ao Senhor, mas foi Ele, pelo contrário, que os fez renascer no Evangelho da vida. Da mesma maneira, o nó da desobediência de Eva foi desatado pela obediência de Maria, porque aquilo que a virgem Eva tinha atado pela sua incredulidade foi desatado pela Virgem Maria pela sua fé.

Prestai artenção à forma como escutais

Sermão atribuído a Santo Agostinho

Fonte

«Que cada um esteja sempre pronto para escutar, mas lento para falar» (Ti 1,19). Sim, irmãos, digo-vos francamente..., eu que muitas vezes vos falo a vosso pedido: a minha alegria é sem mancha quando me sento entre os ouvintes; a minha alegria é sem mancha quando escuto e não quando falo. É então que eu saboreio a palavra com toda a segurança; a minha satisfação não é ameaçada pela vanglória. Quando estamos sentados sobre a pedra sólida da verdade, como se recearia o percipício do orgulho? «Escutarei, diz o salmista, e encher-me-ás de alegria e de júbilo» (Sl 50,10). Nunca fico mais alegre do que quando escuto; é o nosso papel de ouvinte que nos mantém numa atitude de humildade.

Pelo contrário, quando tomamos a palavra... precisamos de uma certa retenção; mesmo se não cedo ao orgulho, tenho medo de o fazer. Mas, se escuto, ninguém pode roubar a minha alegria (Jo 16,22) porque ninguém é testemunha dela. É verdadeiramente a alegria do amigo do esposo de quem S. João diz que «fica de pé e escuta» (Jo 3,29). Fica de pé porque escuta. O primeiro homem, também, quando escutava Deus, ficava de pé; quando escutou a serpente, caíu. O amigo de esposo fica, pois, «transbordante de alegria à voz do Esposo»; o que faz a sua alegria não é a sua voz de pregador ou de profeta, mas a voz do próprio Esposo.

"Tendes só um Mestre, ... o Cristo"

Fonte

Disse ainda Jesus aos discípulos: «Havia um homem rico, que tinha um administrador; e este foi acusado perante ele de lhe dissipar os bens.
Mandou-o chamar e disse-lhe: 'Que é isto que ouço a teu respeito? Presta contas da tua administração, porque já não podes continuar a administrar.'
O administrador disse, então, para consigo: 'Que farei, pois o meu senhor vai tirar-me a administração? Cavar não posso; de mendigar tenho vergonha.
Já sei o que hei de fazer, para que haja quem me receba em sua casa, quando for despedido da minha administração.'
E, chamando cada um dos devedores do seu senhor, perguntou ao primeiro: 'Quanto deves ao meu senhor?' Ele respondeu:
Cem talhas de azeite.' Retorquiu-lhe: 'Toma o teu recibo, senta-te depressa e escreve cinquenta.'
Perguntou, depois, ao outro: 'E tu quanto deves?' Este respondeu: 'Cem medidas de trigo.' Retorquiu-lhe também: 'Toma o teu recibo e escreve oitenta.'
O senhor elogiou o administrador desonesto, por ter procedido com esperteza. É que os filhos deste mundo são mais sagazes que os filhos da luz, no trato com os seus semelhantes.»
«E Eu digo-vos: Arranjai amigos com o dinheiro desonesto, para que, quando este faltar, eles vos recebam nas moradas eternas.
Quem é fiel no pouco também é fiel no muito; e quem é infiel no pouco também é infiel no muito.
Se, pois, não fostes fiéis no que toca ao dinheiro desonesto, quem vos há-de confiar o verdadeiro bem?
E, se não fostes fiéis no alheio, quem vos dará o que é vosso?
Nenhum servo pode servir a dois senhores; ou há-de aborrecer a um e amar o outro, ou dedicar-se a um e desprezar o outro. Não podeis servir a Deus e ao dinheiro.»

domingo, 13 de abril de 2008

Admiração

Caríssimos,

Na lista de links que ladeia o Blog, vocês encontrarão católicos tradicionais, católicos pós-conciliares, ortodoxos, protestantes históricos. Um link para o Veritais Splendor e outro para a Associação Cultural Montfort, sites que há muito se enfrentam e estão repletos de divergências. Há monárquicos e republicanos, aristocratas e defensores da democracia. Entretanto, não posso deixar de registrar que uma imensa falta se assinala nessa lista. E quanto eu devo a este que não referencio!

Luiz de Carvalho já foi confundido algumas vezes com o Prof. Luiz Gonzaga de Carvalho, por quem também tenho a maior estima. Ao contrário desse último, hoje na Inglaterra, Luiz não saiu do Brasil. Para a felicidade dos seus leitores, porém, o Brasil saiu dele. Sua pequena bitácora na blogosfera mantém uma luminosa galeria de gênios e grandes almas, magníficas criações do espírito humano vertidas para um Português elevado, e a solenidade reverente que tanto falta a nosso provincianismo tropical. Se eu tivesse aprendido com esse tradutor apenas as belezas suaves e a claridade de nossa língua de matriz latina, já teria razão suficiente para considerar seus escritos um presente de Deus.

Ocorre que o Traduções Gratuitas não é apenas constituído de erudição e alta cultura, mas tem seu centro num propósito nitidamente espiritual. Ali é possível compreender o Catolicismo e tomar contato com vértices da Filosofia e Teologia cristãs, e chegar mais próximo da verdade do que jamais sonhariam nossos acadêmicos e palpiteiros. Lembro da alegria radiante que tinha ao explorar os arquivos desse Blog encontrado por mim através d'O Indivíduo, do desejo de estudar São Tomás de Aquino, Leibniz e Luiz Lavelle despertado pelas traduções. E também da paz trazida a minha alma ao descobrir o Permanência, descoberta pela qual jamais teria como agradecer inteiramente ao Luiz. Minha modesta contribuição para a divulgação de seu Blog foi a recomendação dele à Association Louis Lavelle. É o mínimo que poderia fazer.

Ao final desse post de estilo capenga, escrito com admiração, só posso pedir aos leitores do Mercabá que prossigam até o Traduções Gratuitas. E leiam tudo.

domingo, 23 de março de 2008

São João, 20

Fonte

No primeiro dia que se seguia ao sábado, Maria Madalena foi ao sepulcro, de manhã cedo, quando ainda estava escuro. Viu a pedra removida do sepulcro.
2. Correu e foi dizer a Simão Pedro e ao outro discípulo a quem Jesus amava: Tiraram o Senhor do sepulcro, e não sabemos onde o puseram!
3. Saiu então Pedro com aquele outro discípulo, e foram ao sepulcro.
4. Corriam juntos, mas aquele outro discípulo correu mais depressa do que Pedro e chegou primeiro ao sepulcro.
5. Inclinou-se e viu ali os panos no chão, mas não entrou.
6. Chegou Simão Pedro que o seguia, entrou no sepulcro e viu os panos postos no chão.
7. Viu também o sudário que estivera sobre a cabeça de Jesus. Não estava, porém, com os panos, mas enrolado num lugar à parte.
8. Então entrou também o discípulo que havia chegado primeiro ao sepulcro. Viu e creu.
9. Em verdade, ainda não haviam entendido a Escritura, segundo a qual Jesus devia ressuscitar dentre os mortos.
10. Os discípulos, então, voltaram para as suas casas.
11. Entretanto, Maria se conservava do lado de fora perto do sepulcro e chorava. Chorando, inclinou-se para olhar dentro do sepulcro.
12. Viu dois anjos vestidos de branco, sentados onde estivera o corpo de Jesus, um à cabeceira e outro aos pés.
13. Eles lhe perguntaram: Mulher, por que choras? Ela respondeu: Porque levaram o meu Senhor, e não sei onde o puseram.
14. Ditas estas palavras, voltou-se para trás e viu Jesus em pé, mas não o reconheceu.
15. Perguntou-lhe Jesus: Mulher, por que choras? Quem procuras? Supondo ela que fosse o jardineiro, respondeu: Senhor, se tu o tiraste, dize-me onde o puseste e eu o irei buscar.
16. Disse-lhe Jesus: Maria! Voltando-se ela, exclamou em hebraico: Rabôni! (que quer dizer Mestre).
17. Disse-lhe Jesus: Não me retenhas, porque ainda não subi a meu Pai, mas vai a meus irmãos e dize-lhes: Subo para meu Pai e vosso Pai, meu Deus e vosso Deus.
18. Maria Madalena correu para anunciar aos discípulos que ela tinha visto o Senhor e contou o que ele lhe tinha falado.
19. Na tarde do mesmo dia, que era o primeiro da semana, os discípulos tinham fechado as portas do lugar onde se achavam, por medo dos judeus. Jesus veio e pôs-se no meio deles. Disse-lhes ele: A paz esteja convosco!
20. Dito isso, mostrou-lhes as mãos e o lado. Os discípulos alegraram-se ao ver o Senhor.
21. Disse-lhes outra vez: A paz esteja convosco! Como o Pai me enviou, assim também eu vos envio a vós.
22. Depois dessas palavras, soprou sobre eles dizendo-lhes: Recebei o Espírito Santo.
23. Àqueles a quem perdoardes os pecados, ser-lhes-ão perdoados; àqueles a quem os retiverdes, ser-lhes-ão retidos.
24. Tomé, um dos Doze, chamado Dídimo, não estava com eles quando veio Jesus.
25. Os outros discípulos disseram-lhe: Vimos o Senhor. Mas ele replicou-lhes: Se não vir nas suas mãos o sinal dos pregos, e não puser o meu dedo no lugar dos pregos, e não introduzir a minha mão no seu lado, não acreditarei!
26. Oito dias depois, estavam os seus discípulos outra vez no mesmo lugar e Tomé com eles. Estando trancadas as portas, veio Jesus, pôs-se no meio deles e disse: A paz esteja convosco!
27. Depois disse a Tomé: Introduz aqui o teu dedo, e vê as minhas mãos. Põe a tua mão no meu lado. Não sejas incrédulo, mas homem de fé.
28. Respondeu-lhe Tomé: Meu Senhor e meu Deus!
29. Disse-lhe Jesus: Creste, porque me viste. Felizes aqueles que crêem sem ter visto!
30. Fez Jesus, na presença dos seus discípulos, ainda muitos outros milagres que não estão escritos neste livro.
31. Mas estes foram escritos, para que creiais que Jesus é o Cristo, o Filho de Deus, e para que, crendo, tenhais a vida em seu nome.

Exsultet

Inglês



Latim



Exultet iam angelica turba caelorum:
exultent divina mysteria:
et pro tanti Regis victoria tuba insonet salutaris.


Gaudeat et tellus tantis irradiata fulgoribus:
et, aeterni Regis splendore illustrata,
totius orbis se sentiat amisisse caliginem.


Laetetur et mater Ecclesia,
tanti luminis adornata fulgoribus:
et magnis populorum vocibus haec aula resultet.


Quapropter astantes vos, fratres carissimi,
ad tam miram huius sancti luminis claritatem,
una mecum, quaeso,
Dei omnipotentis misericordiam invocate.
Ut, qui me non meis meritis
intra Levitarum numerum dignatus est aggregare,
luminis sui claritatem infundens,
cerei huius laudem implere perficiat.

Vers.
Dominus vobiscum.
Resp.
Et cum spiritu tuo.
Vers. Sursum corda.
Resp. Habemus ad Dominum.
Vers. Gratias agamus Domino Deo nostro.
Resp. Dignum et iustum est.

Vere dignum et iustum est,
invisibilem Deum Patrem omnipotentem
Filiumque eius unigenitum,
Dominum nostrum Iesum Christum,
toto cordis ac mentis affectu et vocis ministerio personare.

Qui pro nobis aeterno Patri Adae debitum solvit,
et veteris piaculi cautionem pio cruore detersit.

Haec sunt enim festa paschalia,
in quibus verus ille Agnus occiditur,
cuius sanguine postes fidelium consecrantur.

Haec nox est,
in qua primum patres nostros, filios Israel
eductos de Aegypto,
Mare Rubrum sicco vestigio transire fecisti.

Haec igitur nox est,
quae peccatorum tenebras columnae illuminatione purgavit.

Haec nox est,
quae hodie per universum mundum in Christo credentes,
a vitiis saeculi et caligine peccatorum segregatos,
reddit gratiae, sociat sanctitati.

Haec nox est,
in qua, destructis vinculis mortis,
Christus ab inferis victor ascendit.

Nihil enim nobis nasci profuit,
nisi redimi profuisset.
O mira circa nos tuae pietatis dignatio!
O inaestimabilis dilectio caritatis:
ut servum redimeres, Filium tradidisti!

O certe necessarium Adae peccatum,
quod Christi morte deletum est!
O felix culpa,
quae talem ac tantum meruit habere Redemptorem!

O vere beata nox,
quae sola meruit scire tempus et horam,
in qua Christus ab inferis resurrexit!

Haec nox est, de qua scriptum est:
Et nox sicut dies illuminabitur:
et nox illuminatio mea in deliciis meis.

Huius igitur sanctificatio noctis fugat scelera, culpas lavat:
et reddit innocentiam lapsis
et maestis laetitiam.
Fugat odia, concordiam parat
et curvat imperia.

O vere beata nox,
in qua terrenis caelestia, humanis divina iunguntur!¹

In huius igitur noctis gratia, suscipe, sancte Pater,
laudis huius sacrificium vespertinum,
quod tibi in hac cerei oblatione sollemni,
per ministrorum manus
de operibus apum, sacrosancta reddit Ecclesia.

Sed iam columnae huius praeconia novimus,
quam in honorem Dei rutilans ignis accendit.
Qui, licet sit divisus in partes,
mutuati tamen luminis detrimenta non novit.

Alitur enim liquantibus ceris,
quas in substantiam pretiosae huius lampadis
apis mater eduxit.²

Oramus ergo te, Domine,
ut cereus iste in honorem tui nominis consecratus,
ad noctis huius caliginem destruendam,
indeficiens perseveret.
Et in odorem suavitatis acceptus,
supernis luminaribus misceatur.

Flammas eius lucifer matutinus inveniat:
Ille, inquam, lucifer, qui nescit occasum:
Christus Filius tuus,
qui, regressus ab inferis, humano generi serenus illuxit,
et vivit et regnat in saecula saeculorum.

Resp. Amen.

Dia da Ressureição


De São Gregório Nazianzeno


 


Dia da Ressurreição: um solene princípio!
Acendamos a nossa luz neste dia de festa!
Abracemo-nos uns aos outros!
Voltemo-nos, ó irmãos, mesmo para aqueles que nos odeiam,
não somente a quem, por amor, tenha feito ou sofrido alguma coisa por nós!
Relevemos tudo, por causa da Ressurreição
E perdoemo-nos uns aos outros!
Ontem, eu fui crucificado com Cristo,
Hoje, sou glorificado juntamente com ele!
Ontem, eu morri com ele;
hoje fomos nós dois vivificados!
Ontem eu fui sepultado juntamente com Cristo;
hoje, eu e ele ressurgimos!

Tragamos, portanto, ofertas Àquele que padeceu e ressuscitou por nós!
Pensais vós, talvez, que eu esteja me referindo a ouro ou prata
ou tecidos e pedras reluzentes e preciosas...
Matéria corruptível que provém da terra
e sobre a terra é destinada a permanecer,
além do mais em propriedade de gente malvada
e escrava do mundo e do seu príncipe...

Eu digo, ao invés, que devemos oferecer a Deus totalmente a nós mesmos:
Esta é a oferta que lhe agrada e que convém!
Procuremos ser como Cristo,
já que também Cristo tornou-se um de nós;
Procuremos nos tornar divinos por meio dele,
já que ele mesmo, por nós, tornou-se homem!
Ele tomou o pior sobre si para nos conceder o melhor:
Fez-se pobre para que nós, graças à sua pobreza, nos tornássemos ricos;
Assumiu o aspecto de servo, para que obtivéssemos a liberdade;
Desceu ao mais baixo, para que nós fôssemos elevados ao mais alto;
Sofreu a tentação, para que nós conseguíssemos vencê-la!
Deixou-se desprezar, para nos dar a glória;
Morreu, para trazer-nos a salvação;
Subiu ao céu, para atrair a si aqueles que jazem na terra,
depois de terem caído por causa do pecado.
Cada um, portanto, doe tudo, ofereça tudo em sacrifício
Àquele que nos deu a si mesmo para a nossa redenção!
O maior dom que podemos oferecer-lhe será exatamente
aquele de nos doar-lhe totalmente a nós mesmos,
depois de termos compreendido o significado de tal Mistério
e de nos ter dado conta que tudo ele realizou por nós!

(Fonte)